Una de las principales fuentes de error al planificar y llevar a la práctica el entrenamiento de cualquier cualidad es la falta de un conocimiento suficiente sobre los efectos del entrenamiento y sobre su evaluación. Estos problemas se acentúan cuando se trata de obtener un efecto de entrenamiento acumulado, por la aplicación de diferentes estímulos orientados a un objetivo común, pero con cada uno de estos estímulos actuando de forma relativamente opuesta a la de los demás. Otra de las consecuencias derivadas de esta situación es el temor en algunos casos a utilizar sobrecargas en los entrenamientos porque pueden influir negativamente en todo: la velocidad, la resistencia, la habilidad
, agarrotan, dan peso, te ponen lento
, mientras que otros lo quieren solucionar todo a través del empleo de cargas cuanto más intensas y voluminosas mejor. En este texto se aborda toda esta problemática tratando de establecer una línea de conexión entre los conocimientos generados en el laboratorio, los estudios experimentales realizados con deportistas de competición y la práctica del entrenamiento diario. Y todo esto se orienta hacia el objetivo prioritario de que la fuerza y su entrenamiento se ubiquen en el lugar exacto y se le dé la importancia justa que tienen en la mejora de los resultados deportivos. En este sentido, se aporta una información actualizada y útil que abarca, fundamentalmente, los siguientes aspectos: concepto de fuerza erróneamente entendido en muchos casos-, fundamentos biológicos en los que se basa el desarrollo y manifestación de la fuerza, una metodología de entrenamiento útil para adaptarla a las necesidades del alto rendimiento deportivo, la relación entre la fuerza y la velocidad y la resistencia, la evaluación de los efectos de los entrenamientos y sus consecuencias, así como algunos principios básicos de planificación.