La prosa del mundo, título provisional de una obra que había de quedar inconclusa, surge del interés de Maurice Merleau-Ponty por el lenguaje literario, dentro de una indagación más amplia que, partiendo del descubrimiento del cuerpo como cuerpo activo o capacidad simbólica, se pregunta por el origen de la verdad. Al estudiar la modulación insólita de la palabra en las formas literarias, «resulta más fácil demostrar que el lenguaje no es en modo alguno la simple vestimenta de un pensamiento que se posee de antemano con toda claridad». La comunicación en literatura, dice Merleau-Ponty, no es la apelación del escritor a significaciones hechas, que formarían parte de un a priori del espíritu humano. El mismo escritor es como un idioma que se construye inventando sus medios de expresión. Frente a lo prosaico, que recurre a los signos establecidos en la cultura, «la gran prosa es el arte de captar un sentido que nunca hasta ese momento había sido objetivado» y que el escritor traslada peligrosamente. Influido por La psicología del arte de André Malraux y, en especial, por el texto de Jean-Paul Sartre «¿Qué es la literatura?», Merleau-Ponty entrega en estos ensayos sus reflexiones sobre el lenguaje en general, pero también se ocupa con una teoría de la expresión que le conduce a temas como el diálogo y la relación con el otro, la problemática antropológica de la comunicación o la expresividad en el arte y en sus primeras manifestaciones en el niño.