En el colegio, Santi Pérez recibe el apodo de Pequeñajo Pérez, debido a su baja estatura, por lo que el protagonista está un poco acomplejado. Cada día se mide a escondidas para ver si ha crecido o no. Su suerte cambia el día que su padre le invita a tomar un aperitivo en el bar donde acude su ídolo deportivo, un famoso jugador de fútbol, y le firma un autógrafo. Bueno, dos.