Las demencias son, hoy día, una patología frecuente en el entorno social y familiar, y un tema de actualidad candente y gran interés para todos. El progresivo envejecimiento de la población y la creciente inmigración son factores que han contribuido a tenerlas más en cuenta, si cabe. Por ese cambio demográfico, es evidente que las patologías ligadas a la edad han alcanzado mayor presencia asistencial. Datos epidemiológicos indican que más de la mitad de las personas mayores padece algún tipo de enfermedad o déficit psicofísico y muchos de ellos requieren atención periódica o continuada a domicilio. Por ello, la orientación y filosofía de los servicios han ido adaptándose a esta nueva realidad. Al adquirir mayor importancia la atención domiciliaria, la implicación familiar ha crecido y se ha igualado la relación médico-paciente respecto a la información de ciertas patologías y su tratamiento. Precisamente por ello, el riesgo de padecer patologías relacionadas con la edad, como las demencias, con la consiguiente pérdida de autonomía personal, nos plantea cuestiones relacionadas con el hecho de preservar y garantizar los derechos y protagonismo del paciente en las decisiones asistenciales; el papel del cuidador familiar o institucional de la persona con demencia; la capacidad de resolver aspectos éticos relacionados con la imputabilidad de las conductas del paciente, así como la responsabilidad profesional en las decisiones y cuidados interdisciplinarios o el propio entorno eutanásico del final de la vida.