«Sentarse y nada más» es una célebre fórmula de la tradición zen para describir en qué consiste la meditación. Pero ¿cómo que sentarse y nada más? ¿Eso es todo? En esta paradoja se esconde la transformación de uno mismo a la que nos abre el budismo: el principio occidental de la actividad y la intencionalidad quiebra, el espacio de la identidad y del ego se agrieta, la noción de camino y progreso se esfuma. ¿Y para qué meditar entonces? Es más: ¿cómo meditar si con la meditación no hay nada que buscar y nada que encontrar? «Sentarse y nada más» es quizás el primer libro que describe esta experiencia, supuestamente contradictoria, desde un punto de vista subjetivo. Pues las generalidades, las explicaciones sobre la meditación no bastan: es fundamental revelar la experiencia tal y como se vive, abordando las preguntas en apariencia más sencillas tanto como los mecanismos psicológicos más esquivos. Éste es uno de los propósitos del presente libro. Pero, además, el autor propone una reflexión crítica contra el llamado mindfulness, ese nuevo fenómeno social que parece orientarse a «recargar las pilas» de millones de hombres y mujeres desgastados por las exigencias competitivas de la sociedad capitalista, convirtiéndose así en una herramienta más para mejorar la productividad y la continuidad de un sistema intrínsecamente injusto. En efecto, incontables empresas en todo el mundo han incorporado la meditación mindfulness (una suerte de sucedáneo de las técnicas budistas de meditación) en los horarios de sus empleados, pues es evidente que la lógica comercial necesita reducir los niveles de estrés y ansiedad que ella misma produce. Así, estos trastornos no se presentan nunca como productos sociales, sino individuales, y, consecuentemente, las respuestas no se enfocan desde un punto de vista político. Por el contrario, Éric Rommeluère defiende un budismo comprometido, tan alejado de ese zen light que se adapta a las necesidades consumistas como de toda espiritualidad que huye de los problemas sociales de nuestro tiempo.