Entre la literatura y las ciencias sociales no ha habido nunca una buena relación. La novela fue considerada, en su origen decimonónico, una práctica ociosa no exenta de peligro, propia de mujeres (que eran las más habituales lectoras) y sometida a los controles de la censura eclesiástica. En las listas de libros prohibidos fueron habituales los nombres de Stendhal, Balzac, Dickens, Clarín? Muy al contrario, las ciencias sociales constituían la literatura más característica y propia del nuevo orden contemporáneo, una propuesta racional que debía articular el progreso y garantizar la prosperidad. Eran dos propuestas contradictorias, una perniciosa y la otra racional, una elaborada por ciudadanos integrados en las Academias del Estado y la otra ejercida por esa caterva de personajes que, con el tiempo, serían llamados escritores. Este libro pretende deconstruir esta contradicción, descubrir su significado oculto y ofrecer una posibilidad de literatura que aúne ambas propuestas (la de las ciencias sociales y la de la novela). Y ello poniendo de manifiesto tanto la relevancia de la teoría de la novela en el campo de las ciencias sociales, como las posibilidades de la novela cuando se contamina e involucra en la propuesta de la ciencia social.