¿Cabe esperar hoy verdaderamente un futuro mejor? Existe una atención creciente a los derechos humanos, a la condición de las mujeres y de los menores, a la de los emigrantes y los refugiados. Aumenta la conciencia de la necesidad de salvaguardar el medio ambiente y ahorrar recursos y energías. Crece el deseo de justicia y de paz. Estamos en busca de un mercado más equitativo y sostenible. Cada vez se levantan más voces contra la guerra, la pena de muerte o el tráfico de armas. Diálogo, justicia y paz parecen haberse vuelto términos de dominio público. Ahora bien, ¿pueden ser leídas estas semillas de esperanza que brotan del mundo a la luz de la experiencia cristiana? Más aún, ¿puede ser todavía hoy la comunidad cristiana profecía de esperanza o solo sabe decir que no? Nosotros, los cristianos de nuestro tiempo, ¿podemos brindar una contribución a este mundo distraído? ¿Podemos indicarle una dirección para su marcha? Del vocabulario de la cultura y de la sociedad contemporánea destinado a expresar perspectivas de esperanza hemos tomado trece palabras de hoy ?desde amor a Iglesia, desde cuerpo a Europa, desde fe a gay, desde justicia a mundo, desde muerte a Palabra, desde pobre a verdad? que se emplean en voz alta para compartir la esperanza y la alegría del Evangelio con todos los hombres y mujeres de buena voluntad.