Una sencilla reflexión sobre la acogida como una de las obras de misericordia corporales, realizada desde la propia experiencia y el testimonio del autor como misionero. El libro aporta una visión de la acogida más acorde con el tiempo presente, al entender el «dar posada al peregrino» como una acción más exigente y comprometida: «acoger al extranjero». Dar techo a quien no lo tiene –afirma– nos pone al servicio radical del otro y requiere una espiritualidad cristiana sólida. Acoger no es solo dejar entrar a alguien en tu casa, es una actitud del corazón que se deja interpelar por el otro. Signifi ca deseo de encontrar, de confrontarse, de dialogar; requiere tener curiosidad, admiración, sorpresa, atención, respeto para comprender, para entender en profundidad a la persona que se tiene delante.