Para pensar la crisis la sociología ha experimentado recetas muy distintas. En ocasiones, las soluciones se han proyectado hacia un futuro salvífico; en otras, se ha buscado donde hoy se conservan los viejos equilibrios. A veces, también, ha sucumbido a la tentación de respuestas apocalípticas. Menos habitual ha sido apostar por lugares de observación más analíticos, como los de las contribuciones a este volumen que, para afrontar el reto de pensar la vida social cuando se complica, apuestan por hacerlo a partir de una reflexión fuerte sobre la noción de agencia: ¿Cómo es la agencia en situación de crisis? ¿Sirve la vieja manera de entender la acción colectiva? ¿Qué actor aparece en un mundo de riesgos permanentes e incertidumbres estructurales? ¿Son todavía útiles las viejas imágenes del actor o de la acción? ¿Puede pensar la sociología heredada los procesos actuales de integración/desintegración, de individuación/solidaridad? ¿Disponemos de figuras para imaginar y herramientas para analizar la agencia, individual o colectiva, en situaciones que, a veces, parecen de crisis permanente? Pensar la agencia en la crisis se ordena en cuatro grandes bloques. En el primero se abordan los distintos impactos estructurales de la crisis sobre la agencia. El segundo regresa sobre lo que la sociología tiene ya construido acerca de la agencia, y repasa su vigencia o propone la necesidad de revisarla a la luz de las fisuras que se han generado en torno al concepto de sociedad. El tercero mira hacia algunas formas y personajes de la nueva agencia, los protagonistas de un mundo tan precario como trenzado transnacionalmente. El cuarto, por último, observa los trabajos de resistencia, resignificación y movilización que se desenvuelven en una modernidad, la actual, sin recetas únicas, ni para actuar ni para pensar la crisis.