En ‘Rusia. Viajes por un mundo cambiante, 1’, Robert Byron se pierde entre las masas silenciosas de las calles de Moscú, se emborracha con unos ingenieros suecos en una cabaña, se extasía antes frescos religiosos olvidados en pueblos aplastados por el colectivismo, disfruta de una visita a la casa en la que Rasputin fue asesinado, bromea sobre Lenin y su momia, sufre accidentes de tren, se enfrenta a la burocracia, va a la ópera, se enzarza en discusiones imposibles con bolcheviques apasionados… Sin duda, Robert Byron no describe Rusia desde el estereotipo o el prejuicio, lentes que jamás entraron en su equipaje.