El célebre argumento ontológico de la existencia de Dios -así denominado por Kant-, toca, sin duda, el nervio central de la Metafísica. No es por ello extraño que, desde que lo propuso Anselmo de Canterbury, pocos filósofos hayan dejado de ocuparse de ese razonamiento. Y tampoco resulta sorprendente que sean muchas y diversas las objeciones que contra él se han suscitado y muchas también, y distintas, las explicaciones que ha recibido a su favor. A la vista de tan variadas y dispares polémicas, ¿cabe señalar con precisión en qué consiste propiamente este argumento de la existencia de Dios? ¿Es posible ordenar sistemáticamente las razones que se aducen tanto en su recusación como en su defensa? Responder a estos interrogantes es la tareamás inmediata que se intenta en este libro. Pero la respuesta que se busca no puede por menos de plantear esta nueva y fundamental cuestión: ¿cuáles on los supuestos últimos en los que descansa la prueba ontológica? El análisis expuesto en esta obra señala que, en discusión de este argumento, se halla entrañado, en verdad, un conjunto de problemas cuya indagación ha constituido desde siempre el objeto de estudio de la ciencia del ser. Este libro se presenta, pues, como una introducción a los problemas capitales de la Metafísica, que toma como hilo conductor el examen del argumento ontológico de la existencia de Dios. Quizás en ningún otro asunto aparece de forma más terminante la oposición entre el ser y el no ser. Buenaventura de Bagnorea lo expresó bellamente: Dios, «el ser purísimo, no se presenta al entendimiento sino poniendo totalmente en fuga al no ser».