Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las relaciones bilaterales hispano-germanas se encontraban en una difícil situación. La España de Franco seguía apareciendo como un residuo del ya vencido fascismo mientras que la recién creada República Federal de Alemania iniciaba, de la mano de Konrad Adenauer, el camino hacia su recuperación nacional. A priori esta situación hacía difícil un restablecimiento pleno de las relaciones. Para la consecución de este objetivo, la política cultural exterior se convirtió en el instrumento clave. La intensificación de las relaciones culturales con el país germano fue, de esta forma, utilizada como un medio de reemplazar actuaciones diplomáticas y políticas que, ante la difícil situación internacional de España, no podían ejercerse directamente. Los mecanismos elegidos para llevar a cabo esta acción cultural fueron, entre otros, el intercambio de becarios universitarios, la creación de lectorados, la celebración de ciclos de música y, fundamentalmente, la creación del Instituto de España en Munich, verdadero epicentro de la acción cultural española en la RFA.