La aniquilación de la República se produjo por el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y se consolidó al final de la Guerra Civil, que destruyó el conjunto de principios, leyes, instituciones, valores y personas en los que se apoyó el régimen republicano y, en definitiva, le habían dado contenido. En el libro se trata además de la represión que sufrieron en la inmediata posguerra los miembros de tres cuerpos al servicio del Estado: los militares, los políticos y los jueces, que antepusieron la lealtad a la República durante la Guerra Civil a cualquier otro planteamiento ideológico, corporativo o de clase. Esto supuso que al final de la misma fueran considerados como rebeldes por los vencedores, que eran los que realmente se habían rebelado.