Conrad Hall, director de fotografía de Camino a la perdición, En busca de Bobby Fischer y Dos hombres y un destino, explicaba así el concepto de plano memorable: «Se produce cuando la historia es contada de forma perfecta por los actores, el operador, el director y todos los demás». Contar la historia «de forma perfecta» no es fácil cuando se pasa del papel a la escena. Ante todo se requiere un guion dotado de tensión dramática, que el director pueda reconstruir en imágenes vivas durante su lectura. Pero, ¿cómo escribir un diálogo con fuerza visual? ¿Es posible trasladar el conflicto interior de los personajes a sus vestuarios o al diseño de las localizaciones que habitan? ¿Puede visualizarse una rivalidad, un deseo escondido o una obsesión mediante colores, ritmos o líneas? El autor explora este viaje desde el guion a la pantalla. Para ello propone los siete componentes de la imagen como recursos dramáticos de tensión visual, y emplea abundantes ejemplos de realización: planos memorables surgidos a partir de textos originales de guiones, clásicos y más recientes, como Billy Elliot, Interstellar, El padrino, El silencio de los corderos, Gravity, Taxi Driver, Eduardo Manostijeras, El viaje de Chihiro o Kill Bill.