Tal vez haya que desconfiar del diccionario de la Real Academia cuando define «ágrafo» como una persona «que es incapaz de escribir o no sabe hacerlo». Porque el ágrafo que en este insólito ensayo Antonio Valdecantos disecciona, no sólo puede y sabe escribir, sino que sencillamente se resiste a hacerlo. En estos tiempos en que sobreabunda la escritura en realidad, nunca se ha escrito y publicado tanto, tal vez sea preciso dar la razón a Tolstói cuando anotó en su diario: «Escribir no es difícil, lo difícil es no escribir».