El coche de los padres se aleja y nuestro protagonista se tiene que enfrentar a la cruda realidad. Va a tener que pasar una semana de sus vacaciones con el tío Horacio, una especie de viejo lobo de mar que vive en un faro y que habla con los cangrejos. Eso significa una semana sin amigos, sin tele, sin bici, en un lugar en el que no hay absolutamente nada. Nada excepto el tío Horacio, y las olas del mar, los cangrejos, la arena, el cielo, las plantas, el viento, las nubes... Unas preciosas ilustraciones nos transmiten con su magnífico colorido y sus fabulosas perspectivas la riqueza de un paisaje marino en permanente transformación por el paso del día y los cambios de tiempo, y nos zambullen en una atmósfera que nos invita a reflexionar sobre la frase de Flaubert que encabeza el libro: «Para que una cosa sea interesante basta con observarla un buen rato».