Jeremías, el profeta de las lamentaciones, fue muy poco citado entre los Padres Apostólicos, pero muchos autores posteriores le prestaron bastante atención, incluyendo a Orígenes, Teodoreto de Ciro, Jerónimo, Cirilo de Alejandría y Efrén el Sirio. Justino e Ireneo usaron a Jeremías para distinguir entre cristianos y judíos. Atanasio lo usó para los debates trinitarios. Cirilo de Jerusalén, Ireneo, Basilio el Grande y Clemente de Alejandría recurrieron a Jeremías para las exhortaciones sobre ética. Las Lamentaciones, como se puede suponer, fueron enseguida asociadas con pérdidas y muerte. Destaca en este sentido La oración para el funeral de Melecio de Gregorio de Nisa. Por extensión los Padres vieron las Lamentaciones como una descripción de los retos que afrontan los cristianos en un mundo caído. Algunos autores antiguos se traducen aquí por primera vez. A través de ellos el lector obtendrá conocimiento y coraje en la vida de la fe tal como era vista por los ojos de estos veteranos pastores.