No existe ningún otro campo de batalla como el de Galípoli. La península turca está bañada por el Mar Egeo y el estrecho de los Dardanelos, el mítico Helesponto que cruzaron Leandro, Jerjes el persa, Alejandro Magno o Lord Byron. El estrecho divide Europa del Asia Menor. El azul del Mar Egeo refulge bajo el sol. Las ruinas de Troya se intuyen cercanas. Al llegar a Galípoli, el visitante siente que la paz y la guerra forman aquí su peculiar conjuro. Lápidas y memoriales jalonan el viejo campo de batalla. Pero, ¿qué batalla fue aquélla? En 1915, en plena IGM, Inglaterra y Francia intentan abrir una nueva brecha por Turquía, aliada por entonces de Alemania. Un joven Winston Churchill impulsó la campaña con una idea: forzar los Dardanelos con buques de guerra. Tras la inesperada derrota naval, el 25 de abril británicos, franceses y tropas del Anzac (Australian & New Zeland Army Corps) asaltaron las playas de Galípoli. Ocho meses de guerra transcurren como ocho eternidades. El 9 de enero de 1916, el último soldado británico abandonó Galípoli para alivio de los turcos otomanos. Entre la historia y la literatura viajera, la voz de un visitante anónimo recorre las viejas trincheras de Galípoli (Çanakkale en turco) y cuenta lo que ocurrió en este memorable confín del mundo. Tras su derrota en la IGM, el imperio otomano firmó el armisticio. En 1919, mientras Grecia inicia la humillante invasión de Turquía, una comisión especial del ejército británico se encargó de adecentar el recuerdo debido a los caídos en Galípoli. Los cementerios que hoy pueden visitarse se alzan sobre los mismos parajes donde acontecieron los hechos. Galípoli es mucho más que una célebre batalla. Es un lugar o, más bien, una idea de lugar. Sobre un paisaje inolvidable se levanta esta inmensa tumba del tiempo. Javier González-Cotta (Sevilla, 1970) es periodista, escritor y promotor de actividades culturales. Como editor fundó y dirigió durante años la revista de libros gratuita Mercurio, que se hizo merecedora de varios reconocimientos por su labor cultural. Ha trabajado como colaborador en la edición de Andalucía del periódico El Mundo, así como en su suplemento de viajes El Caminante. Como escritor se ha dedicado en especial a la literatura viajera, sobre todo, la relacionada con Turquía. Es un buen conocedor de la literatura contemporánea de este país y, en particular, de la obra del Nobel turco Orhan Pamuk. Entre sus libros destacan las crónicas viajeras reunidas en Errabundia Express (Point de Lunettes, 2008) y Estambul. Paseos, miradas, resuellos (Almuzara, 2013). Para Almuzara preparó también la edición de Cuatro años bajo la Media Luna (2015) de Rafael de Nogales, inefable personaje, nacido en Venezuela, pero que luchó en la IGM al servicio del Imperio otomano.