A través de su trabajo, González Palma experimenta con las soluciones técnicas y formales de la fotografía, en una redefinición de los límites entre fotografía y pintura, influenciado por su formación como arquitecto y su acercamiento a la pintura religiosa, que generó también un interés por la abstracción. En su obra podemos ver una serie de motivos recurrentes, entre los que destacan la importancia de la belleza, la reflexión sobre el poder y el concepto de imagen y su percepción por los demás. Plantea una reflexión sobre la mirada, reflejo de cómo vemos al otro y de cómo nos vemos a nosotros mismos, vinculada con la conciencia de no ser visto, y con el desasosiego que eso causa. A través de su obra vemos una evolución desde conceptos vinculados a la identidad y la memoria hasta la convivencia de la abstracción y la figuración, porque para él ambas tienen un mismo fin, entender y dar sentido a la imagen, otra vez en relación a la mirada y a la captación no sólo del individuo, sino de la condición humana. Y en esta idea se enmarca la importancia que el retrato tiene en su trabajo, muchas veces en relación con soluciones formales y con el espectador, que lo contempla sin intermediarios.