Toda Europa quedó consternada cuando se enteró de la muerte de sir Tomas Moro, el hombre más culto y prestigioso de Inglaterra, mandado decapitar por Enrique VIII. Abogado, juez, embajador, miembro del Consejo real, gran humanista y padre de familia, Moro se convirtió en el primer laico nombrado lord canciller de Inglaterra. En una época de convulsiones religiosas y políticas, Tomás Moro dio ejemplo de honradez e integridad hasta la muerte.