A un terrorista individual se le puede perseguir, neutralizar, arrestar o juzgar, pero cuando es un Estado el que practica el terrorismo desde lo alto de su poder y su impunidad, ¿cuál es el camino de nuestra salvación, si es que existe un camino?, ¿cómo se podría desenmascarar a un Estado soberano y en la eventualidad castigarlo? Contra éste no existe otra sanción que el veredicto de las urnas.Estas preguntas y muchas más están latentes en las páginas de este libro que pretende que el lector saque sus propias conclusiones, a partir de la concatenación de hechos probados y relacionados entre sí, que demuestran cómo los individuos estamos indefensos ante un auténtico poder en la sombra que maneja los destinos de millones de personas. El dinero y el petróleo son los nuevos dioses de un mundo globalizado en el que poco o nada podemos influir. ¿Qué puede hacer un ciudadano cuando se siente espiado? ¿Qué respuesta damos cuando nuestros impuestos están siendo utilizados para fines oscuros y que no coinciden con nuestras convicciones? ¿Quién maneja verdaderamente a los gobiernos?Isabel Pisano nos lleva más allá de las primeras páginas de los periódicos e indaga, entre otros acontecimientos actuales, en el 11 de septiembre, la matanza del teatro de Moscú, los sucesos de Argelia, Al Qaeda, Oriente Medio y la guerra contra Irak. Pero nos habla también de sociedades poco conocidas como La Trilateral, los Bilderbergers, la Orden de la Calavera y los Huesos y la C.F.R. (Comitee for Foreingn Relationships) y el templo que domina la economía mundial y la Reserva Federal. La Sospecha es un libro valiente, polémico y políticamente incorrecto que no pretende guiar el razonamiento del lector, pero sí advertirle de que “ningún gesto, nada de lo que sucede en el mundo, ni una frase pronunciada fuera de contexto es casual. Nada de lo que pasa es un cabo suelto o un caballo enloquecido. Todo, absolutamente todo, está programado. Desde hace decenas de años. Desde que se trazó el mapa que publicamos y que varía las fronteras de Oriente Medio“.