Aunque hoy no resulta fácil hablar de la oración de intercesión, la autora expone, con claridad y sencillez, las diversas formas que el orante tiene para exponer ante Dios sus necesidades. Quien pide no sólo por él sino por los demás y por la Iglesia universal vive en la confianza amorosa de un Dios Padre que quiere lo mejor para sus hijos y que recibe sus peticiones como perfume en cuenco de oro.