Ya de muy pequeña, Jane Goodall era una niña curiosa y enamorada de todos los seres vivos que habitaban el jardín de su casa en Inglaterra. A medida que fue pasando el tiempo, ese placer se convirtió en auténtica pasión por el mundo de los animales, y la jovencita que había leído El libro de la selva pronto decidió irse a África para trabajar con el famoso paleontólogo Louis Leakey y estudiar las costumbres de los chimpancés en pleno contacto con la naturaleza. Sus observaciones y el trabajo de campo realizado a lo largo de muchos años en Gombe han abierto nuevos campos de investigación, y hoy la doctora Goodall goza del máximo prestigio como experta en comportamiento animal. Pero Jane Goodall es también y sobre todo una mujer con una extraordinaria vida interior, y el contacto estrecho con la tierra y los animales no ha hecho más que alimentar su fe en Dios. Esa fe le ha llevado a escribir Gracias a la vida, unas memorias que nos hablan de sus días en la selva, de su lucha por salvar las raíces de nuestro planeta y de su absoluta confianza en las virtudes del espíritu humano.