La historia política de Occidente se parece a una continua guerra entre la luz y la sombra, entre la razón y la iluminación divina, entre la libertad como ejercicio de la ciudadanía y la gracia de Dios derramada sobre un individuo o un pueblo. Y hoy parece ir formándose entre la niebla una silueta oscura; un fantasma que resume todos los miedos del siglo XX: el fascismo, de nuevo en nuestro tiempo. El ascenso de multitud de partidos etiquetados como ultraderecha en Occidente nos pone en alerta sobre el retorno del monstruo que destrozó Europa durante los años cuarenta del siglo XX, y la pregunta no puede ser otra que si este fantasma es real o no, o si solo se le parece, o incluso si puede ser algo aún más aterrador aún que el viejo fantasma.