«De pronto un brinco. Y la gitanilla bailaba. Lo indescriptible. Alma. Alma pura. El sentimiento hecho carne. El tablao vibraba con inaudita brutalidad e increíble precisión. La Capitana era un producto bruto de la Naturaleza. Como todos los gitanos, ya debía haber nacido bailando. Era la antiescuela, la antiacademia. Todo cuanto sabía ya debía saberlo al nacer». Así describió el crítico Sebastià Gasch a Carmen Amaya la primera vez que la vio bailar. Gracias a una narración donde confluyen la historia oficial y la historia íntima, Salvador Montañés nos conduce desde las barracas de la playa del Somorrostro de Barcelona hasta los escenarios de medio mundo en este fascinante retrato de la bailadora de flamenco más genial de todos los tiempos.