Artista revolucionario, inventor de ready-mades, ajedrecista empedernido y maestro del mutismo más recalcitrante, Marcel Duchamp (1887-1968) triunfó a principios del siglo xx al cuestionar los principios tradicionales del arte. Sus creaciones, por no hablar de sus célebres ready-mades como la Fuente (un urinario «recuperado») o el Escurridor de botellas, encarnan una crítica rebelde y radical de la producción y la comercialización del arte en la era industrial. Si bien el joven Duchamp fue un admirador de Monet, el fovismo y el cubismo, y llegó a coquetear con el dadaísmo y el surrealismo, su obra hacía mucho que había roto moldes y fue decisiva para redefinir el arte tal como lo conocemos hoy día. Duchamp quiso trasladar al espectador el sentido de la ironía y la incertidumbre ?de sus propios trabajos en particular? de un modo constructivo, como queda patente en una de sus pocas declaraciones al respecto: «Me obligo a contradecirme para ir en contra de lo que me gusta». Duchamp siempre ha sido un misterio para los historiadores del arte, pero también una fuente de inspiración inagotable para otros artistas. Este estudio arroja luz sobre el mito y la realidad a través de un retrato fascinante de Marchel Duchamp, el hombre y el artista.