Nina está cansada de que los adultos le repitan lo educada que es y lo bien que lo hace todo. Decide demostrar que también sabe ser muy mala y hacer travesuras. Pero acabará descubriendo que ser siempre traviesa es igual de aburrido que ser siempre buena. Desde entonces no se esforzará en ser ni una cosa ni la otra, sino que será simplemente ella.