La socialdemocracia tiene historia. Pasado, presente y futuro. Hinca sus raíces a finales del siglo XIX y expresa una rebelión contra las injusticias y desigualdades desatadas por la revolución industrial en toda Europa. Pero lo mejor de su balance y su experiencia se despliega en la segunda mitad del siglo XX, aprendiendo las lecciones de la Segunda Guerra Mundial. Sin renunciar a la acción ni al conflicto, la vía socialdemócrata asume que el socialismo no procede tanto de las barricadas o de la insurrección, sino de la acumulación de avances asegurados por una legislación garante de la dignidad del trabajo, derechos sociales, la intervención de los poderes públicos sobre los mercados y la progresividad fiscal. Su razón de ser es la batalla por la sostenibilidad de un modelo social fundado en un pacto solidario de rentas y generaciones. Sin embargo, a fines del siglo XX, la caída del muro de Berlín preludia una larga hegemonía conservadora con una nueva derecha lanzada a un ajuste de cuentas contra ese pacto social con que se ha identificado la construcción europea. En su defensa, Juan F. López Aguilar construye un ensayo en el que analiza la crisis, refuta el declive de la socialdemocracia y apuesta por la agenda política de su relanzamiento. Desde la convicción de que la socialdemocracia tiene futuro en Europa y, sobre todo, de que sin socialdemocracia no hay futuro para Europa.