Este libro trata de dominar el discurso, de hacerse con la palabra para fijar la historia, de no olvidar la realidad que fue y sigue siendo, y de no ceder el micrófono precisamente a ETA y su mundo, que asesinaron, extorsionaron, aterrorizaron y expulsaron a sus propios convecinos. Quien narra el pasado controla el futuro.