Este poemario emplea como escenario espacios norteamericanos que sirven para situar exploraciones de la identidad y la muerte. Estos espacios disfrutan de una especificidad que paradójicamente contribuye al sentido de extrañeza creado por este libro. Dicha extrañeza emana en la mayoría de los casos de un yo poético descentrado que ocupa el centro del quehacer poético talensiano. Esta especificidad incluye alusiones a espacios (desconocidos para un público lector español) y tiempos (meses, estaciones, climas) concretos, que a pesar de todo no sirven para proveer un contexto fijo o una garantía de verosimilitud.