He pensado compartir unas reflexiones -dice el cardenal Carlos Amigo-, nacidas del afecto y de la gratitud, con quienes han sido, en el ministerio episcopal, los mejores y más inmediatos colaboradores y, en muchas cosas, maestros que con admirable paciencia me enseñaron lecciones inolvidables de su propia vida sacerdotal, de su experiencia pastoral, de su entrega sacrificada al servicio de todos. Estas páginas no constituyen, por tanto, ni podían pretender serlo, un tratado sobre la identidad, vida y ministerio del sacerdote. Son como unos diálogos, en la casa de Cristo, entre el obispo y su presbiterio, entre sacerdotes, entre hermanos y amigos. Vosotros, sacerdotes, sois mis amigos.