El arte de los casi cinco siglos que duró la Edad Media estuvieron dominados por dos estilos que también fueron movimientos artísticos, el románico y el gótico. El primero, heredero de la tradición latina, el segundo, fruto de la evolución del anterior hacia una mayor elevación, ligereza y luminosidad, pero ambos portadores de una intensa espiritualidad. Ambos nacieron en lo que actualmente es Francia, pero se extendieron por todo el orbe cristiano por las mismas rutas que el comercio y las peregrinaciones. Uno y otras salpicaron los paisajes y las ciudades de iglesias, castillos y, sobre todo, de gigantescas catedrales, que se convirtieron en verdaderos epítomes de todas las artes. El potente misticismo de la escultura románica, la esbeltez de las catedrales góticas, los ciclos pictóricos italianos, el lenguaje innovador de los grandes maestros, todos incitan a descubrir la fascinación y la vitalidad del arte medieval.