La descentralización productiva, de la mano de la globalización mercantilista, se extiende progresivamente e irrumpe en la economía y en el mundo de trabajo, a través de muy diversas instituciones jurídicas no del todo adaptadas a la realidad de los tiempos que imponen las TIC y la organización en forma de "red". Este fenómeno está marcando nuevas pautas en el desarrollo de la producción, que cuestionan la finalidad protectora que el Derecho del Trabajo siempre otorgó al trabajador.