Cayo Plinio Segundo reflexionaba sobre las inquietudes que tenían los regidores de las ciudades en embellecerlas con estatuas y templos, por el beneficio que reportaba la afluencia de personas, en una clara referencia al poder mediático y de atracción que las grandes obras arquitectónicas tenían y aún tienen en la sociedad. La producción de estos conjuntos edificados exigía de multitud de personas coordinadas para su construcción y por supuesto del material con que fueron concebidos: la piedra. El Camino de Santiago nos ofrece la oportunidad, a través del análisis de su patrimonio histórico construido, de entender cómo actuó el tiempo sobre la superficie de las piedras y alcanzar una visión sobre las relaciones entre los conjuntos edificados y su entorno. Actualmente son numerosas las descripciones de los elementos arquitectónicos en los edificios históricos, pero ¿qué conocimiento tenemos de los materiales pétreos que les han dado su materialidad?, ¿sabemos su procedencia?, ¿qué ocurría en aquellos lugares donde se extrajo el material? Estas son las canteras históricas, olvidadas durante mucho tiempo, que deberán ocupar un espacio en el estudio del patrimonio histórico construido, entendiendo como indivisible el estudio edificio-cantera.