Las emociones, los sentimientos, los afectos y los estados de ánimo son una parte de la condición humana que siempre ha suscitado una gran curiosidad a quienes desean conocerse mejor. En la familia, el esfuerzo educativo para mejorar el comportamiento de los hijos se ha dirigido con más frecuencia hacia normas de conducta y disciplina o hacia programas de modificación del comportamiento. Sin embargo, el conocimiento de las emociones puede ayudar a la comprensión de uno mismo y también a comprender la forma de actuar y comportarse de los hijos. Alcanzar un buen nivel de competencias emocionales es garantía de un desarrollo afectivo saludable y del bienestar psicológico de los hijos, lo que facilitará una adecuada adaptación en la escuela y la posibilidad de mantener unas relaciones sociales respetuosas. Se puede aprender a ser emocionalmente inteligente, y por ello en esta obra se ofrece a los padres conocimientos prácticos para conocer mejor la capacidad emocional de cada persona, así como ejercicios para realizar junto con los hijos dirigidos a desarrollar cada una de las habilidades que constituyen la inteligencia emocional en todas las edades.