En este ensayo, que se ha convertido en referencia obligada, Joseph Roth perfila el dibujo íntimo, no siempre exento de ironía, de los judíos del Este de Europa, un pueblo que a la sazón se convirtió, a través de sus dolorosas migraciones, en uno de los fermentos constitutivos de lo que hoy llamamos Occidente. Sobre este extraordinario libro, entre recuerdos de ciudades y fiestas, de rabinos milagrosos y casas de oración, entre imágenes del Este y de Viena, Berlín, París o Nueva York, flota la añoranza de un mundo, de una estructura religiosa perdida y también de una imagen de Europa que desapareció con la caída de los Habsburgo.