En esta novela autobiográfica, Sonallah Ibrahim da la voz a un niño de unos diez años que a escondidas observa, escucha detrás de las puertas, hurga en los cajones, baja los ojos cuando lo que tiene lugar delante de él lo incomoda. Un niño del que desconocemos su nombre, que vive solo con su padre, un modesto funcionario jubilado, que se ocupa de las tareas domésticas: cocina, plancha, lo cuida cuando está enfermo, lo ayuda con los deberes e incluso le escribe las redacciones? pero que no consigue llenar el inmenso vacío dejado por su madre ausente. Continuamente, los hechos más nimios de la vida cotidiana lo retrotraen a unos años antes, recordándole los días felices, el paraíso perdido.