Yo me celebro y me canto, y cuanto hago mío será tuyo también, porque no hay átomo en mí que no te pertenezca. Holgazaneo, e invito a mi alma. Holgazaneo, a mi antojo, y me paro a observar una brizna de hierba estival. Mi lengua, y hasta el último átomo de mi sangre, están formados por esta tierra, por este aire; nacido aquí, de padres nacidos aquí, lo mismo que sus padres, y lo mismo que los padres de estos, yo, de treinta y siete años de edad, en perfecto estado de salud, empiezo ahora, y espero no acabar hasta la muerte [
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