La experiencia humana acumulada y meditada da al hombre una sabiduría que le hace más auténtico. La persona aprende de sí misma y de la realidad que le rodea. Este libro pretende contribuir al desarrollo de esa sabiduría desde una parcela muy concreta, la didáctica, y a través de un área educativa fundamental que hoy no está de moda, la religiosa. «Tesoro escondido de la escuela» es el subtítulo que hemos elegido para estas páginas por un doble motivo. Es en ella donde se produce la personalización del individuo, que no es auténtica cuando le falta el cultivo de la religiosidad. Y es, además, el lugar donde el Estado debe garantizar los derechos de la persona a ser educada desde la libertad y para la libertad. Su contenido es el fruto de una reflexión reposada sobre aspectos muy importantes de la acción educativa, y es también una respuesta a las sospechas constantes sobre el carácter curricular, o exclusivamente pastoral, de la asignatura de Religión. En el libro se presentan diferenciadas tres partes que a primera vista pueden parecer desvinculadas, pero que, a nuestro juicio, no lo están. La primera, una fundamentación teórica de las aportaciones de la enseñanza religiosa a la escuela y a la formación de la persona. Con ella se establece un vínculo directo entre la educación y la antropología. El hombre está hecho para el perfeccionamiento, pero este no es instantáneo, sino que requiere de un proceso en el que intervienen agentes externos, entre ellos la educación. La segunda parte pretende situar al profesor de Religión dentro de las corrientes pedagógicas en las que se mueve el sistema educativo español. Ningún docente puede ser ajeno a los cambios que en las leyes educativas se producen. Por eso es necesario que el nuevo organizador curricular de las competencias pase a formar parte de nuestra actividad docente. Al final nos encontramos quizá lo más novedoso, una presentación de una didáctica aplicada a distintos aspectos del mensaje cristiano que se trabajan en el aula. Lo hemos llamado «didáctica aplicada», aunque realmente no pasan de ser unas orientaciones para organizar los aspectos bíblico, moral y sacramental. Nos preocupa que la tarea de la enseñanza religiosa no sea eficaz. No dudamos en ningún momento de que la acción del Espíritu actúa sobre esta acción evangelizadora, pero nos parece importante que en la formación de sus docentes no falte sistematización.