El Nuevo Testamento es testimonio y anuncio de un hecho sucedido durante el siglo primero de nuestra era en la tierra habitada por el pueblo de Israel. Algunos judíos vieron cumplidas las profecías del Antiguo Testamento en este acontecimiento y lo anunciaron a todos los hombres. Con este fin escribieron esos libros recogidos en el canon neotestamentario. Durante muchos años, sin embargo, la exégesis moderna ha leído dichos libros con escepticismo, negando su veracidad y fiabilidad histórica; sobre todo por lo que se refiere al contenido de los relatos evangélicos. Para ello, los estudiosos se han apoyado en las contradicciones existentes entre los evangelistas o las incoherencias y afirmaciones incomprensibles que contienen estos escritos; además de subrayar que contienen sucesos inexplicables para una mentalidad racionalista. Mariano Herranz Marco intentó resolver estas dificultades apelando al origen semítico de la tradición evangélica. A su entender, el origen palestinense de estos escritos es decisivo para mostrar su valor histórico. Las contribuciones de este libro, dedicado a su memoria, muestran el carácter judeo-palestinense de estos libros y su transfondo semítico, al mismo tiempo que su fiabilidad histórica.