El tratamiento que Göran Therborn hace de la cuestión de la ideología parte de un explícito distanciamiento de la dicotomía (privilegiada por los althusserianos) entre ciencia e ideología (falsa conciencia), aunque el autor reconoce que éste es uno de los sentidos que el término tiene en la obra de Marx. Pero Therborn se propone analizar la ideología como ese aspecto de la condición humana bajo el cual los seres humanos viven sus vidas como actores conscientes en un mundo que comprenden en distinto grado. Su planteamiento parte en primer lugar del reconocimiento del significado dialéctico de la ideología, pues ésta hace sujetos a los hombres en dos sentidos: por un lado, los sujeta a un orden; por otro, los convierte en sujetos capaces de cambiar ese orden. En segundo lugar, la ideología no es algo que se tiene, sino un proceso social que interpela, llama a los individuos, dentro de un concierto cacofónico en que las diversas ideologías compiten entre sí. En tercer lugar, Therborn se propone examinar de forma explícita la determinación material de las ideologías, contra la tendencia dominante a hacer hincapié en su aspecto puramente discursivo.