Pesqueira es el pintor de su pueblo, de los hombres y mujeres que habitan las aldeas de Galicia, a los que sitúa, más allá de la anécdota, en el marco de sus afanes, esperanzas y sufrimientos cotidianos. La pincelada tosca y el recurso frecuente en los arcaísmos, de fuerte sabor escultórico, transmiten la rudeza del medio en que sus personajes viven. En unos casos la obra refleja el dramatismo de unos seres angustiados por las condiciones de su existencia o por los sinsentidos del comportamiento humano, en otros nos transmite la ingenuidad y frescura de la vida aldeana; en los más realiza una aproximación cargada de ironía y de ternura. En ningún caso nos los muestra como seres ajenos o ausentes; el pintor zurdo de Lantaño presenta unos "seres que respiran, sienten, aman y sufren".