Pese al fracaso editorial que había supuesto la primera edición de su obra principal, Schopenhauer consiguió que en 1844 saliera a la luz una segunda edición, escasamente corregida, pero aumentada por un segundo volumen de mayor extensión que el primero y en el que incluyó los complementos a los cuatro libros que componían la obra original. Calificadas por él mismo como «lo mejor que he escrito», sus más de setecientas páginas son fruto de veinticinco años de trabajo (los que median entre las dos ediciones) dedicados a reelaborar, ampliar y profundizar en las tesis vertidas en el primer volumen de «El mundo como voluntad y representación», sin que falte tampoco la inclusión de algún tema inédito, como la «Metafísica de la sexualidad». El tiempo transcurrido, las distintas circunstancias y la mayor riqueza de conocimientos dan a este volumen del Schopenhauer maduro un estilo diferente al de aquel primero de juventud. No cabe decir lo mismo, sin embargo, por lo que al contenido respecta: pues en el segundo volumen se aprecia que el 'pensamiento único' que en su día dio origen a la obra sigue siendo el mismo y que en esencia la filosofía de Schopenhauer no se ha modificado un ápice a lo largo de los años. Así pues, la segunda edición, con sus dos volúmenes, mantiene la misma unidad perfecta que ostentara la primera. Lejos de ser un aditamento postizo del primer volumen, los Complementos son a él «lo que el cuadro pintado al simple boceto» y su lectura resulta indispensable para captar en toda su significación el contenido de aquél y compreder en profundidad la filosofía de Schopenhauer. En esta edición, además de haber revisado la de 2003, se incluyen también los índices de materias y de nombres de los dos volúmenes, elaborados por Pilar López de Santa María.