El tránsito de una etapa de crisis nos lleva siempre a un nuevo escenario social, pero es indudable que existe una relación entre la profundidad e impacto de la crisis y el tiempo y forma en que se consolidan sus posteriores efectos y mutaciones. En los últimos años, el mercado y el poder económico subyacente se han globalizado, mientras las instituciones políticas, y el poder que de ellas emana, siguen en buena parte anclados al territorio, donde los problemas que generan la globalización económica y los procesos de individualización se manifiestan diariamente.