El Auto da Barca da Glória aporta una nueva perspectiva sobre el problema del juicio particular de los hombres, y su salvación o condena. Los personajes no sólo están sinceramente arrepentidos, sino que, al mismo tiempo, representan instituciones dignas de toda veneración.(...)Destacando la edificación sobre la sátira, Gil Vicente muestra un especial cuidado con el contenido teológico de su mensaje. Las posiciones de la doctrina cristiana sobre la relación entre fe y obras, o la primacía de la caridad entre las restantes virtudes, se dejan oír por entre sus frases.La Nao d´amores: al comenzar el espectáculo, con traje y séquito de princesa, Lisboa aparece recibiendo, sumisa y rendida, a los soberanos que atraviesan sus puertas. En el ceremonial de la entrada regia, la tradición medieval del municipio, cuya enumeración de prendas y atributos sorprendía a los visitantes, había sido sustituida poco a poco por la práctica de multiplicar las muestras de obediencia al rey y por la insistencia en la fidelidad de los súbditos. Lisboa, que no desconoce ni desdeña las nuevas costumbres, no se siente obligada a subestimar los méritos propios frente al encarecimiento de los méritos reales. Por ello, desde el inicio de la obra, y por medio de una serie de votos en que la hora del regreso real es magníficamente celebrada, ajustándola a pasos de los misterios de la Creación, la Encarnación y la Redención, asistimos a una afirmación inequívoca de su fe católica en unos años, no lo olvidemos, conturbados por dudas y divergencias.(De la Introducción de Maria Idalina Resina Rodrigues)