Dos diarios: Uno, de unos padres que no logran comprender qué llevó a su hija Eléa, de 17 años, a unirse al Estado Islámico. Otro, de Eléa, que nos irá descubriendo poco a poco cómo llegó a cruzar la frontera entre la influencia y la convicción. Debido a que no tiene noticias de Eléa, su hija de 17 años reclutada por el Estado Islámico y desaparecida en Siria hace seis meses, Laurence comienza a escribir un diario. Escribir le impide entregarse por completo al dolor que la roe todos los días, a la rabia de no haberlo visto venir, y no haber sido capaz de entender que todo iba a cambiar. Laurence le habla a su hija y le cuenta todos los días su tristeza y su participación en grupos de desradicalización, su lucha para crear conciencia, tratando de impedir la salida de otros adolescentes... para de alguna manera contrarrestar la falta de su hija, para no perderlo todo por completo... A sus palabras responden las del diario personal de Eléa, escrito un año antes. Y así descubrimos poco a poco cómo los sueños de futuro, el primer amor, las amistades, fueron reemplazados por la manipulación, la sumisión, el extremismo...