El libro explora, desde el punto de vista de la teoría de los derechos, los dos grandes enfoques que hoy rivalizan sobre el derecho a la identidad cultural, un derecho emergente en nuestro tiempo. El texto analiza la perspectiva tradicional o estándar, que es la «versión colectivista» de este derecho, muy conflictiva y vinculada al nacionalismo cultural, la cual lo viene reduciendo a un derecho de igualdad de los pueblos vulnerables, y lo ha configurado como un derecho colectivo estricto sensu frente a las libertades individuales. El resultado de esta concepción no es positivo, porque no ha conseguido asentar a la identidad cultural como derecho. Frente a la antigua versión colectivista, el autor elabora una perspectiva actual y más novedosa, que es la «versión individualista» de este derecho, más compatible con los derechos y libertades del Estado de Derecho a la altura del siglo XXI, cuyo fin (por supuesto, sin olvidar su dimensión colectiva) es extenderlo a todas las personas, traduciéndolo en una libertad individual más (la libertad cultural) que forma parte del contenido de la libertad personal, y como tal merecedora de tutela jurídica. Sólo si el derecho a la identidad cultural transita de la sede de los pueblos (derecho colectivo) a la sede de las personas (derecho individual) puede predicarse de forma sólida que estamos ante un derecho humano «universal» incluido en el ámbito de los derechos personalísimos.