En junio de 1982, nada más acabar la carrera de Filología Clásica en Salamanca, Juan Luis Conde viajó a Zurich en busca de dinero para financiar un año de mili. Desde los dieciocho años aprovechaba las vacaciones de verano para pagarse los estudios como mozo de hotel o limpiando oficinas en Suiza. Pero aquel año no encontraba trabajo y la situación comenzaba a hacerse desesperada. En el último momento surgió el milagro: el profesor Golo Mann, historiador e hijo de Thomas Mann, buscaba hispanoparlantes que le ayudaran a progresar con su castellano, idioma en el que volcó su interés durante el último tramo de su vida. De esa relación entre Golo Mann y sus jóvenes amigos españoles surge este relato que recorre la crucial década de los 80 y en el cual el autor rinde homenaje a una amistad nada convencional ofreciendo al mismo tiempo un testimonio crítico del posfranquismo.