Un fantasma recorre el Occidente. El fantasma del Ocaso de la Ilustración, y el alboreo de una nueva luminaria cuyos destellos aún débiles no alcanzamos a comprender al final del segundo milenio de la era cristiana. Período de transición, de confusión y de esperanza. A pesar de todo algo se mueve; resisten, ciertamente, algunos inveterados comecuras y recalcitrantes materialistas dogmáticos, mas junto a ellos una nueva sensibilidad propositiva despierta hacia el hecho religioso entre aquellos mismos que ayer le denostaban. Desde tal mosaico y en momento histórico tan crucial ¿están por su parte los creyentes preparados para tender la mano y saber escuchar, disponiéndose a aprender como también a acoger?