Una breve reflexión sobre la obra de misericordia que se refiere a la visita a las personas que se encuentran encarceladas. Esta dolorosa realidad aúna a los presos, personas heridas por una vida que les ha llevado a transgredir las normas que regulan la convivencia civil, a los directivos y funcionarios de prisiones y a los voluntarios, que visitan y acompañan el recorrido del arrepentimiento, la recuperación y la reinserción en la sociedad de las personas recluidas. Visitar a los presos, dice el autor, es un trabajo arduo de realizar, sobre todo por las restricciones que impone la cárcel a visitantes y visitados. Pero la amistad con aquellos que están «dentro» genera la gratuidad, la esencia de Dios. El papa Francisco nos enseña que a veces estamos «fuera» solo porque hemos sido más afortunados en la vida.